Si quieres que tu empresa no se quede obsoleta, es fundamental atreverse a explorar nuevos campos de actuación. Y, ojo, no sólo llega con tener una web y, tal vez, una tienda online. La competencia cada día es mayor, sea cual sea el servicio o producto que ofreces y, por lo tanto, tienes que saber exprimir al máximo tus oportunidades. Por eso es tan importante que parte del presupuesto anual se destine a la inversión en tecnología e innovación.
Si tuviésemos que definir qué es la competitividad empresarial en una sola frase, lo haríamos así: hacer las cosas mejor que la competencia. Ya sea teniendo un mejor producto, menores gastos o más calidad (en los materiales, la atención al cliente…).
Lo primordial a tener en cuenta, como en casi todos los aspectos que rigen nuestra empresa, es tener una estrategia bien definida que pase por responder una pregunta clave: ¿qué queremos conseguir? Tal vez nos interese empezar mejorando nuestros servicios, lanzar un nuevo producto al mercado o quizás queramos poner el foco en la reducción de costes y, por qué no, en dar el salto internacional. Una vez hayamos respondido a esta cuestión, debemos pensar de qué manera podemos llegar a nuestro objetivo y es en este punto donde entra la inversión en tecnología e innovación.
Dedicar parte de tu presupuesto a I+D+I no solo consigue que tu negocio sea más competitivo sino que también trae otros beneficios asociados.
Un claro ejemplo de cómo nos puede ayudar la inversión en innovación es fijarse en las grandes compañías como pueden ser Google o Apple. Ambas están consideradas como las empresas más innovadoras según el informe 2016 Global Innovation 1000, desarrollado por Strategy& y las dos son líderes de mercado. Sin embargo, no siempre estuvieron ahí. Empezaron en un garaje y, poco a poco, gracias a una buena planificación, una estrategia cuidada, trabajo duro e inversión, consiguieron hacerse un hueco entre toda la competencia que tenían.
Al aumentar la competitividad, también aumentas el crecimiento de tu empresa. Es algo lógico ya que, por un lado, amplías tu margen de beneficios (si optimizas tus gastos) y, por otro, aumentas las ganancias (si amplías tu catálogo de productos o servicios).
Otro de los beneficios es que logras que tu negocio sea conocido por más gente, que se hable más de él y que más clientes potenciales se fijen en tus productos o servicios. Esto, unido a una buena gestión en tu web y redes sociales hará que seas imparable.
Tampoco hay que olvidar que gracias a la inversión en tecnología puedes dar un mejor servicio y soporte a tus clientes. Por ejemplo, consiguiendo que tus envíos sean más rápidos o que la atención telefónica sea de mayor calidad. Todo esto hará que estén más satisfechos con la empresa y habrás dado un gran paso en torno a la fidelización.
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