La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) permite que las empresas participen en la lucha contra la desigualdad social. De esta manera, deben aceptarse compromisos éticos que muestren coherencia entre los compromisos públicos y las decisiones de negocio. Solo así se favorece la solidaridad desde las compañías y se convierte en prioritaria para quienes desean un modelo de negocio sostenible y ético. Aunque no siempre es así y muchas empresas tan solo lo utilizan como método de limpiar su imagen.
De hecho, Michael Porter y Mark Kramer defienden esa segunda idea en Strategy & Society. En el artículo te explican el modelo empleado por Nike para limpiar su imagen tras la campaña de boicot que sufrió en los 90 y cómo la RSC se convirtió en su salvación. Nike usó la solidaridad, por primera vez, en una campaña de marketing global que le permitió salir de la crisis económica, provocada por el rechazo de los consumidores a sus políticas de contratación en Asia.
Pero, aunque las grandes compañías hayan usado el marketing social en beneficio propio, son muchas las empresas que creen en una economía sostenible, implicando a su personal y a las cúpulas directivas en modelo de negocio diferente, en el que las personas tienen cabida y que buscan cumplir con principios básicos de solidaridad y ética.
Sin embargo, existen gurús de la estrategia empresarial, como el fallecido Coimbatore K. Prahalad, que defienden que lo más importante es la gestión del futuro y que es aquí donde las organizaciones empresariales deben tener su verdadero fin. Como experto económico, Prahalad defendía que el capitalismo debía usarse para mejorar las condiciones de vida de los países en desarrollo.
Partiendo de esa idea, existen empresas y empresarios que creen firmemente en la importancia de la RSC como camino para romper las brechas sociales. Compañías que, lejos del marketing, están plenamente convencidos de esta nueva visión empresarial y que desean ayudar a la consecución de un mundo mejor.
Este deseo, cada vez más común, ha permitido el nacimiento de diversos pactos a los que acogerse para mostrar la importancia dada a la línea social de la empresa. La más destacada es la Red Española del Pacto Mundial; pero todas ellas llevan implícito cumplir con la normativa vigente, que se encuentra recogida en la Ley de Economía Sostenible. Y, sobre todo, la buena voluntad de las compañías para lograr un fin común, encaminado al desarrollo y a la colaboración con organizaciones e instituciones de ámbito social.
Ahora bien, cuantificar el impacto económico o social de la RSC se antoja complicado. Un problema conocido por las ONGS desde hace mucho tiempo, ya que resulta casi imposible percibir el resultado final de los proyectos a corto plazo. Por eso, aquellos que realmente creen en la RSC deben saber que el resultado se verá a largo plazo, pero jamás deben perder la confianza en el trabajo que realizan. Y es que medir el cambio social no es tan sencillo como contabilizar la producción realizada; pero sus resultados suelen son más positivos para las empresas, la sociedad y los implicados personalmente en el sueño de un mundo mejor para todos.