Esta semana hemos amanecido con un titular que nos dejó, como mínimo, atentos.
Resulta que, tras aprobar una nueva ley, Malasia castigará las fake news divulgadas en redes sociales o plataformas digitales con sanciones económicas de hasta $127,000 y con penas de prisión de hasta 6 años.
Casi al mismo tiempo y sin habernos recuperado aún de la sorpresa, la Comisión Europea renunció a la legislación contra las noticias falsas.
Dicho tema ha suscitado un animado (y controvertido) debate.
¿Es la medida malaya excesiva?
¿Se limita la libertad de expresión?
¿Es una nueva forma de censura?
¿Son las fake news un peligro para la democracia y la seguridad de la información?
Mientras que el país asiático ha sido uno de los pioneros en tomar esta medida, la comisaria Gabriel, responsable del área digital en Europa, recomienda programas educativos e incentivos a la prensa pero no considera necesarias medidas punitivas.
Se abre el debate.
Vivimos en un mundo globalizado en el que todo el mundo opina, todo el mundo habla y sentencia. Todo el mundo. Y, además, con total impunidad.
¿Se irán de rositas los que mienten y se escudan en el anonimato que regala internet?
Eso está por ver.
Y tú, ¿qué opinas?
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